
Al saber que George Lucas y Steven Spielberg habían decidido lanzar la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones, aquel docente y arqueólogo que en sus momentos de ocio se dedica a buscar reliquias asombrosas como el Santo Grial o el Arca de la Alianza, me entró algo de incertidumbre sobre el éxito o fracaso que pudiera tener la misma.
Mi principal observación fue sobre Harrison Ford, actor que da vida al protagonista, bueno, me dije, tiene más de 60 años y creo que muchos cinéfilos van a estar con la angustia que se rompa una pierna o algo por el estilo.
Y así se fueron los meses hasta que el pasado domingo decidí ir a ver que habían hecho los señores Lucas y Spielberg con uno de los iconos de mi niñez. Con algo de emoción llegue a la boletería, compré mi entrada y me acomode en una cómoda butaca a disfrutar de la película.
Después de poco más de dos horas salí satisfecho de ver la película, se había respetado gran parte de la esencia de las anteriores entregas, como ser la música y el humor mezclado con la acción que siempre predominó en la saga.
La historia se centra en los años 50, por eso vemos los homenajes a Marlon Brando, James Dean y Elvis Presley. La II Guerra Mundial quedo atrás, y ahora el Dr Jones se encuentra dentro del periodo de la Guerra Fría y debe enfrentarse a la KGB y su interés por poseer un misterioso cráneo de cristal.
En resumen, una entretenida historia que hay que ver, y esperemos que sea la ultima porque una quinta parte seria algo risible. Ah otra cosa, que manera de joder del señor Spielberg con los marcianitos, si ven la película me entenderán. Ahí se ven.